Dejo sus tierras bajo el manto amarillo de la desesperación
Dejo bajo la mesa su llanto cubierto de corazas
Y antes de partir dejo eternamente en el aire un adiós
Le dio un beso en el cuello cual vampiro sediento de sangre
El inquieto portazo dejo al descubierto un pequeño rencor
La vida y sus suertes lo habían determinado,
Mientras una lagrima roda por la mejilla de ella, una lagrima que el jamás vera,
El mira al cielo tratando de despojarse del incierto destino.
Una noche mucho tiempo después, una noche cubierta de blanca nieve cruel
Sus rugidos no entienden de consuelo, ni su tristeza de amores.
dejo sus tierras y ciertamente jamás volverá allí.
la muerte nos alcanza en el segundo antes de partir, ya no serás lo que debieras.
ni serán tus sueños fuente de inspiración.
dejando tus tierras la sangre obligada a correr por tus venas, escapo.
no encuentran bajo esta helada noche tus ojos un brillo digno de ti.
no quedara tu historia estampada en un libro,
y ciertamente pertenecerás al anonimato de un montón.
la guerra es como un pastel de espinas, tan lleno de heridas y tan vacio de contenido.
dejaste tu tierras por el deber. dejaste tu vida por un sueño ajeno.
no resistas, porque si bien nadie te recordara, morirás en este instante con la certeza,
que otros verán, pero no tu, claro que no, no luches por altos ideales.
lucha por ideales que te dejen estampado en lo mas alto de tu propia consciencia.
no vacilaras, ni dudaras de, que en alguna parte de su memoria, el debiera ser, será para ella, el sueño de su vida. y no lo tendrá. y morirá también, recuérdalo ella es mortal, tal como tu en este instante, si tienes tiempo allí, espérala. Quizás ella valla detrás de ti.
ya no resista tu cuerpo el calvario, entrégate, se libre.
Nacho Ortellado.
